Blog del escritor Gabriel Rodríguez Morales

sábado, 26 de diciembre de 2015

El consumo cultural

Hacia una definición del “consumo cultural”:

      Podríamos definir el “consumo cultural” como aquel gasto realizado por una persona u hogar en bienes y servicios relacionados con una actividad creativa, artística, etc.; es decir, el gasto relacionado con todo lo que es denominado “cultura”. Una definición más concreta es la realizada por García Canclini, para quien sería «el conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y cambio, o donde estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólica», esta definición, para el mismo autor, abarcaría «no sólo los bienes con mayor autonomía: el conocimiento universitario, las artes que circulan en los museos, salas de concierto y teatros. También abarca aquellos productos muy condicionados por sus implicaciones mercantiles (los programas de televisión) o por la dependencia de un sistema religioso (las artesanías y las danzas indígenas), pero cuya elaboración y consumo requieren un entretenimiento prolongado en estructuras simbólicas de relativa independencia» (1). Comprendería, por tanto, lo que Bordieu llama “alta cultura” (museos, teatros,…) y la “baja cultura” o “cultura popular” (p. ej., la televisión) (2)

      Frente a la definición de consumo cultural se encuentra la del “consumo”, más amplia que la anterior. “Consumir” podría ser definido como «adquirir o utilizar alguno de los bienes o servicios que produce una sociedad determinada con el fin de satisfacer unas necesidades inmediatas» (3). En todo caso, esta definición de consumo sería la más sencilla, ya que son múltiples las definiciones formuladas y éstas, a su vez, tienen matices dependiendo del contexto en el que hablemos (p. ej., no es lo mismo el consumo en macroeconomía que en microeconomía). En todo caso, el “consumo” incluye al “consumo cultural” como un tipo específico de consumo atendiendo al tipo de bienes y servicios. 

Los datos económicos del consumo cultural en España:

      La última estadística existente sobre el consumo de bienes y servicios culturales en España se extiende de los años 2006 a 2010. En dicha estadística podemos ver que, a pesar de la inflación, el consumo ha disminuido de 972,90 € por hogar en 2006 a 910,40 € en 2010. En especial, ha disminuido el consumo en “libros y publicaciones periódicas” (de 209,20 € a 162,60 € en el mismo periodo). También ha bajado el consumo en “servicios culturales” (286,50 € a 267,50 € en el periodo señalado), que agrupa cine, teatro, conciertos, museos, suscripciones y alquileres de vídeo o televisión. También se produjo una reducción en el apartado calificado como “otros bienes y servicios” (111,30 € a 61,90 € desde 2006 a 2010) y que incluye los instrumentos musicales, las reparaciones y los soportes para el registro de imagen, sonido y datos. El único apartado que ha subido es el denominado como “equipos y accesorios audiovisuales de tratamiento de la información e internet” (365,90 € en 2006 y 418,30 € en 2010). Este apartado de la encuesta incluye los equipos de imagen y sonido (televisión, vídeo y equipos de sonido) y los servicios relacionados con internet; dentro de dicho apartado, sin embargo, ha bajado el consumo de los equipos fotográficos y cinematográficos, el tratamiento de la información e internet y el material para el tratamiento de la información. En total, es el subapartado referido a los “servicios relacionados con internet” el que ha sufrido mayor incremento: de 95,40 € en 2006 a 172,60 € en 2010 (4)

    La rebaja en el consumo de bienes culturales ha supuesto una disminución de empleos relacionados con la cultura de 553100 personas ocupadas en dichas actividades y servicios a 508700 en 2010. En todo caso, el punto de inflexión se produjo en 2008, cuando alcanzó los 578300 empleados, acumulando hasta ese momento una subida de 174100 empleados desde el año 2000 (cuando eran 404200 los empleados) (5).

     En cuanto a la aportación al P.I.B. de las “actividades culturales” en nuestro país fue de 2,8 % en el año 2010, algo menor que la aportación en el año 2000, que fue del 3,1 %. De manera más amplia, las “actividades relacionadas con la actividad cultural” aportaron al P.I.B. de España un 3,7 %, mientras que en el 2000 fue de un 4,2 % (6). En definitiva, según la “Cuenta satélite de la cultura”, contenida en el último “Anuario de estadísticas culturales”, se ha producido a lo largo de estos últimos diez años una rebaja progresiva. En términos comparativos con otros países, debemos acudir a los últimos datos existentes teniendo en cuenta que no en todos los países se realizan las estadísticas con carácter anual. A modo de ejemplo, la importancia del sector cultural en el P.I.B. en España es menor al de Estados Unidos (en torno al 7,75 % según su último dato de 2001) o al de México (el 5,7 % según su último dato en 1998), pero muy superior al de otros países (en Perú era del 0,8 % en 2005) (6) y a la media europea (que era del 2,1 % en 2003).

“Consumo” vs. “Consumo cultural”:

     Siendo el “consumo cultural” una parte del “consumo” en sentido amplio es necesario hacer una comparativa entre ambos atendiendo a sus efectos. Dicha comparativa es clara en términos cuantitativos, ya que las actividades de prestación de bienes y servicios ajenos al “consumo cultural” es mucho mayor. Sin embargo, las ventajas de una ampliación del consumo cultural, incluso con su correspondiente disminución en el consumo del resto de sectores productivos, podría suponer una serie de beneficios más que destacables: 

- Por un lado, desde el punto de vista ecológico, muchos de los servicios y actividades culturales tienen carácter inmaterial y no suponen consumo de recursos naturales, que son limitados. Es cierto que algunas actividades culturales sí que consumen recursos naturales y generan contaminación. Por ejemplo, imprimir un libro conlleva consumir recursos que van desde el papel hasta la energía utilizada por las máquinas de la imprenta; pero este daño ecológico se reduce cuando se reutilizan productos o son reciclados, por ejemplo, el papel. En el caso de los libros digitales o ebooks, el daño ecológico se reduce considerablemente. También es escaso, por ejemplo, el daño a la naturaleza en el caso de un concierto o la representación de una obra de teatro, limitado casi en exclusiva al gasto energético.

- Otro beneficio del consumo de bienes y servicios culturales es el producido para la economía nacional, al menos en el caso de España. En un momento en el que la mayoría de los bienes tangibles provienen de Oriente, las actividades culturales son generalmente patrias o, en su defecto, de países con el mismo lenguaje y entorno cultural (hispanoamérica). En un momento como el actual, en el que el desempleo en España es de un 25,02 % (7) supondría una ayuda al empleo, pudiendo crearse nuevos empleos en el ámbito cultural o produciéndose una migración de unos sectores productivos a otros.

- Por último, si aumenta el consumo cultural, al menos dentro de lo que hemos llamado “alta cultura”, se produce una revalorización del sistema de méritos y capacidad en el mundo laboral. Damos por supuesto que las características del trabajo a desempeñar en la “alta cultura” supone cierta especialidad, además del esfuerzo empleado para adquirir las cualidades necesarias para realizarlo. Todo lo anterior sin tener en cuenta unas cualidades innatas que pueden ser imprescindibles para realizar actividades concretas (pensemos, por ejemplo, en un pintor o un poeta). Naturalmente, este planteamiento supone compartir la consideración de las actividades culturales como actividades superiores que exigen unas características que nos hacen mejorar como personas. El ejemplo que supondría un trabajo bien considerado y remunerado en el ámbito cultural sería ejemplarizante para el resto de la sociedad y, especialmente, para los jóvenes. En términos más generales y relacionado con lo anterior, el “consumo cultural” produciría un progreso cultural y humano. También en este caso partiríamos de la consideración de que el hombre sufre una evolución positiva a lo largo de los siglos ayudada por el desarrollo de varias facetas entre las que sobresaldría la cultura. 

      Como crítica al aumento del “consumo cultural” surgen voces que entienden que algunas actividades están sobrevaloradas, especialmente en lo relacionado con lo que hemos llamado “baja cultura”. Según estas opiniones, algunas profesiones, como los cantantes comerciales, los actores de cine o los presentadores de televisión, tienen un prestigio y reciben una remuneración exagerada y no proporcional al trabajo que desempeñan. En todo caso, esto es válido cuando hablamos de grandes productoras o editoriales, no así de las independientes o pequeñas, menos vinculadas al mundo comercial. 

A modo de conclusión:

     En los tiempos que corren es complicado reclamar un mayor consumo, sea del tipo que sea. Pero no estaría mal reducir el consumo de bienes materiales en pro de un “consumo cultural”. Por ejemplo, podríamos optar por no comprar aquel cachivache que hemos visto en una tienda y que, posiblemente, acabe en un rincón de la casa o en el trastero, cuando no en la basura. En su lugar, ¿por qué no adquirir un buen libro de una pequeña editorial, acudir a un concierto de música indie o comprar un bello cuadro de un pintor desconocido pero no por ello menos valioso? Seguro que la naturaleza, la economía nacional y la sociedad se lo agradecerá. 

1. GARCÍA CANCLINI, Néstor. Los estudios sobre Comunicación y Consumo: el trabajo interdisciplinario en Tiempos Neoconservadores. Revista Académica de la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social. 

2. ENRIQUE ALONSO, Luis. La sociología del consumo y los estilos de vida de Bordieu. Cultura, desigualdad y reflexividad: la sociología de Bourdieu(pág. 164). Los Libros de la Catarata, 2003.

3. VV.AA. Sociopsicología del trabajo (pág. 206). Editorial UOC, 2006. 

4. Todos estos datos pueden corroborarse pinchando aquí.

5. La estadísitica detallada se encuentra aquí.

6. Estos y otros datos sobre la participación del sector cultural en el PIB pueden leerse en este enlace



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