Blog del escritor Gabriel Rodríguez Morales

lunes, 15 de febrero de 2016

¿Qué es el ISBN?

      ISBN es la sigla del International Standard Book Number, que podría traducirse por Número Internacional Normalizado del Libro. La misión del mismo es establecer una especie de matrícula o D.N.I. que permita identificar cada libro publicado. El equivalente para las publicaciones periódicas sería el ISSN (International Estándar Serial Number). La característica fundamental del ISBN es que es internacional; es decir, permite identificar por un número establecido con arreglo a unos criterios aceptados internacionalmente los libros publicados en la gran mayoría de los países del mundo, siendo posible establecer una estadística internacional de libros publicados. Fue adoptado como patrón internacional en 1970 bajo la Norma ISO 2108. Más de 160 países utilizan en la actualidad el ISBN para identificar sus libros. En el caso de España, desde 1972 se utiliza el ISBN y fue regulado por el Decreto 2984/1972, de 2 de noviembre, por el que se establece la obligación de consignar en toda clase de libros y folletos el número ISBN. El ISBN viene establecido por una serie de números que, en un principio, estaba compuesto por diez dígitos, siendo denominado ISBN-10. Sin embargo, ante la creciente producción bibliográfica se decidió cambiar el ISBN-10 por el ISBN-13, de manera que, en la actualidad, son trece los dígitos que componen el ISBN. Este cambio se aprobó en 2005, pero no entró en vigor hasta el 1 de enero de 2007. Evidentemente, estos números no están puestos al azar, sino que tienen un sentido. En este orden, los dígitos significan lo siguiente:

  • Prefijo: los tres primeros números son los que la Agencia Internacional del ISBN ha establecido para los libros y que, en la actualidad pueden ser sólo dos: 978 o 979.
  • Identificador de grupo: los dos números siguientes son los que se atribuyen a cada grupo nacional, geográfico o lingüístico. El número 84 es el atribuido a España.
  • Prefijo editorial: al anterior le siguen cuatro números que son atribuidos a la entidad o persona editora.
  • Número de título: seguirían tres dígitos con los que se puede identificar la obra en concreto.  
  • Dígito de comprobación: este número, el último de los trece, resulta de una operación matemática (en la que no vamos a entrar, pero que es bastante sencilla) realizada sobre los números anteriores.

      El número de ISBN suele aparecer en todos los libros. En España se usa desde 1972 y lo puede solicitar una entidad editora o el propio autor (que suele llamarse autoedición). Pero también hay que recordar que no es obligatorio, sino que existe para favorecer la comercialización del mismo (no llevándolo, por ejemplo, los libros gratuitos). Ahora bien, es muy frecuente encontrar un código de barras con unos números que, sorprendentemente coinciden con el ISBN. Este código de barras es el EAN o European Article Number, también conocido por EAN-13, al estar compuesto por trece dígitos. Sin entrar en más detalles, mdiremos que no es exclusivo de los libros pero que, cuando hablamos de un libro y este dispone del ISBN-13, ambos coinciden, aunque el EAN-13 carece de guiones. Esto no ocurría con el ISBN-10, ya que había que realizar una conversión y adaptación del número.

      En el caso de que quieras saber más sobre el ISBN te invito a visitar las páginas de la Agencia Internacional del ISBN y de la Agencia Española del ISBN.


miércoles, 13 de enero de 2016

En homenaje a Lorenzo Vidal, fundador del Día Escolar de la No-violencia y la Paz (DENIP), entre otras muchas cosas

      Escribo estas líneas en honor de Llorenç Vidal. A la hora de definirlo debo decir que es un poeta de calidad indudable, ejemplo de educador y un pacifista amante de todas las formas de vida conocidas (y desconocidas). Lorenzo nació en Santanyí (Mallorca) en abril de 1936. La Guerra Civil se inició pocos meses después del nacimiento de una de las persona que más ha hecho por el pacifismo en este país. Lorenzo (o Llorenç, que a él le valen los dos nombres) fue Maestro, Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras, Profesor e Inspector de Educación. Por su labor profesional acabó destinado en Cádiz. Entre esta provincia y su Mallorca natal se mueve, porque el dinamismo es la característica de Lorenzo. 


      Llorenç fue el fundador de los cuadernos literarios Ponents (1956-1983) y es autor de varios artículos y libros. Cultivó la poesía (en muchas ocasiones escrita en mallorquín) y el ensayo. En la Asociación Cultural Tántalo  publicó una antología poética bajo el título 2012: Antologia Poètica

Portada de 2012: Antologia Poètica
     
      Fue el fundador y promotor del Día Escolar de la No-violencia y la Paz (DENIP), cuya primera edición se celebró en 1964. Seguro que él tiene muchas anécdotas de los avatares que tuvo que superar para la celebración de dicho día en un momento en el que en España intentaba combinarse la idea del ardor guerrero con el amor cristiano en una especie de mística del monje soldado. Pero la idea de Lorenzo era ajena a ideologías o religiones organizadas. Es más, el 30 de enero coincide con el día del asesinato de Mahtama Gandhi, pacifista puro (con independencia de la política y la religión). Es el colegio uno de los ámbitos donde se forman los adultos del futuro, y por tanto, uno de los lugares donde sembrar la semilla de la paz. En 2016 se celebra la edición número 53 del DENIP, que sigue sumando.



Logo del DENIP
      En diciembre de 2013, el Ayuntamiento de Santany le propuso para la concesión del Premio Nobel de la Paz, propuesta que él agradeció con la humildad que le caracteriza. Son numerosos los premios y reconocimientos recibidos por Llorenç, como  el Premio Ramon Llul, la Medalla del Círculo de Bella Artes de Palma de Mallorca o la Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio.

      Para aquellos que no lo conocen en persona (yo si he tenido ese privilegio) y deseen saber más de  Lorenzo, les invito a visitar la siguiente página web.

lunes, 11 de enero de 2016

El Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO)

      Hoy voy a recomendar una asociación sin ánimo de lucro denominada CEDRO. Ésta se encarga de gestionar y defender de forma colectiva los derechos de propiedad intelectual de tipo patrimonial (reproducción, transformación comunicación pública y distribución). Pueden pertenecer a ella los autores y editores de libros, revistas u otros tipos de publicaciones cualquiera que sea su soporte (papel o digital). Para ello fue autorizado por el Ministerio de Cultura en 1988.

      Las principales funciones de CEDRO son las siguientes: el reparto entre autore y editores de las cantidades que resultan de la utilización de sus obras, la concesión de licencias y autorizaciones y la gestión colectiva por compensación por copia privada. Junto a estas hay otras, tales como la acción social, la concienciación de los derechos de autor, etc.

      Para asociarse sólo es necesario ser escritor, traductor o periodista que haya participado en libros, publicaciones periódicas o partituras musicales. En la categoría de editor, lo serían las editoriales de los libros, publicaciones periódicas o partituras musicales. La afiliación es gratuita y pueden obtenerse unos beneficios muy interesantes. No se abona cuota alguna. Por todo ello, invito a que visitéis la página web de CEDRO.




martes, 5 de enero de 2016

Jólabókaflóð : Islandia y los libros

      Jólabókaflóð es una palabra islandesa que hace referencia al aumento de la publicación e impresión de libros com preludio a la Navidad. La razón es que en Islandia es costumbre regalar un libro en las fechas navideñas. Se calcula que entre un 60 y un 70 % de los libros se venden como regalos para Navidad. En noviembre, los islandeses reciben en su casa el Bókatíðindi, que es un catálogo de todos los libros publicados en el año (aquí esperamos con ansia el catálogo de IKEA y alí el de los libros). La tradición proviene de una razón económica: hasta 1944 Islandia no se independizó definitivamente de Dinamarca y las importaciones estaban limitadas y eran gravadas con altos impuestos; el papel era una de las cosas que se podían importar y eran baratas, por lo que las impresiones de libros fueron numerosas. La cuestión es que Islandia tiene uno de los mayores índices de libro per cápita, el 50 % de los islandeses lee un mínimo de ocho libros al año (el 92 % por lo menos un libro) y uno de cada diez islandeses publicará, por lo menos, un libro en su vida. En todo caso, al igual que en el resto del mundo, la edición y lectura de libros digitales sigue aumentando, aunque comparte importancia con la lectura tradicional en papel. 

      Quién sabe, quizás la lectura sea uno de los motivos por los que Islandia es considerado, año tras año, uno de los países con los habitantes más felices del mundo.

Bandera de Islandia

sábado, 26 de diciembre de 2015

El consumo cultural

Hacia una definición del “consumo cultural”:

      Podríamos definir el “consumo cultural” como aquel gasto realizado por una persona u hogar en bienes y servicios relacionados con una actividad creativa, artística, etc.; es decir, el gasto relacionado con todo lo que es denominado “cultura”. Una definición más concreta es la realizada por García Canclini, para quien sería «el conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y cambio, o donde estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólica», esta definición, para el mismo autor, abarcaría «no sólo los bienes con mayor autonomía: el conocimiento universitario, las artes que circulan en los museos, salas de concierto y teatros. También abarca aquellos productos muy condicionados por sus implicaciones mercantiles (los programas de televisión) o por la dependencia de un sistema religioso (las artesanías y las danzas indígenas), pero cuya elaboración y consumo requieren un entretenimiento prolongado en estructuras simbólicas de relativa independencia» (1). Comprendería, por tanto, lo que Bordieu llama “alta cultura” (museos, teatros,…) y la “baja cultura” o “cultura popular” (p. ej., la televisión) (2)

      Frente a la definición de consumo cultural se encuentra la del “consumo”, más amplia que la anterior. “Consumir” podría ser definido como «adquirir o utilizar alguno de los bienes o servicios que produce una sociedad determinada con el fin de satisfacer unas necesidades inmediatas» (3). En todo caso, esta definición de consumo sería la más sencilla, ya que son múltiples las definiciones formuladas y éstas, a su vez, tienen matices dependiendo del contexto en el que hablemos (p. ej., no es lo mismo el consumo en macroeconomía que en microeconomía). En todo caso, el “consumo” incluye al “consumo cultural” como un tipo específico de consumo atendiendo al tipo de bienes y servicios. 

Los datos económicos del consumo cultural en España:

      La última estadística existente sobre el consumo de bienes y servicios culturales en España se extiende de los años 2006 a 2010. En dicha estadística podemos ver que, a pesar de la inflación, el consumo ha disminuido de 972,90 € por hogar en 2006 a 910,40 € en 2010. En especial, ha disminuido el consumo en “libros y publicaciones periódicas” (de 209,20 € a 162,60 € en el mismo periodo). También ha bajado el consumo en “servicios culturales” (286,50 € a 267,50 € en el periodo señalado), que agrupa cine, teatro, conciertos, museos, suscripciones y alquileres de vídeo o televisión. También se produjo una reducción en el apartado calificado como “otros bienes y servicios” (111,30 € a 61,90 € desde 2006 a 2010) y que incluye los instrumentos musicales, las reparaciones y los soportes para el registro de imagen, sonido y datos. El único apartado que ha subido es el denominado como “equipos y accesorios audiovisuales de tratamiento de la información e internet” (365,90 € en 2006 y 418,30 € en 2010). Este apartado de la encuesta incluye los equipos de imagen y sonido (televisión, vídeo y equipos de sonido) y los servicios relacionados con internet; dentro de dicho apartado, sin embargo, ha bajado el consumo de los equipos fotográficos y cinematográficos, el tratamiento de la información e internet y el material para el tratamiento de la información. En total, es el subapartado referido a los “servicios relacionados con internet” el que ha sufrido mayor incremento: de 95,40 € en 2006 a 172,60 € en 2010 (4)

    La rebaja en el consumo de bienes culturales ha supuesto una disminución de empleos relacionados con la cultura de 553100 personas ocupadas en dichas actividades y servicios a 508700 en 2010. En todo caso, el punto de inflexión se produjo en 2008, cuando alcanzó los 578300 empleados, acumulando hasta ese momento una subida de 174100 empleados desde el año 2000 (cuando eran 404200 los empleados) (5).

     En cuanto a la aportación al P.I.B. de las “actividades culturales” en nuestro país fue de 2,8 % en el año 2010, algo menor que la aportación en el año 2000, que fue del 3,1 %. De manera más amplia, las “actividades relacionadas con la actividad cultural” aportaron al P.I.B. de España un 3,7 %, mientras que en el 2000 fue de un 4,2 % (6). En definitiva, según la “Cuenta satélite de la cultura”, contenida en el último “Anuario de estadísticas culturales”, se ha producido a lo largo de estos últimos diez años una rebaja progresiva. En términos comparativos con otros países, debemos acudir a los últimos datos existentes teniendo en cuenta que no en todos los países se realizan las estadísticas con carácter anual. A modo de ejemplo, la importancia del sector cultural en el P.I.B. en España es menor al de Estados Unidos (en torno al 7,75 % según su último dato de 2001) o al de México (el 5,7 % según su último dato en 1998), pero muy superior al de otros países (en Perú era del 0,8 % en 2005) (6) y a la media europea (que era del 2,1 % en 2003).

“Consumo” vs. “Consumo cultural”:

     Siendo el “consumo cultural” una parte del “consumo” en sentido amplio es necesario hacer una comparativa entre ambos atendiendo a sus efectos. Dicha comparativa es clara en términos cuantitativos, ya que las actividades de prestación de bienes y servicios ajenos al “consumo cultural” es mucho mayor. Sin embargo, las ventajas de una ampliación del consumo cultural, incluso con su correspondiente disminución en el consumo del resto de sectores productivos, podría suponer una serie de beneficios más que destacables: 

- Por un lado, desde el punto de vista ecológico, muchos de los servicios y actividades culturales tienen carácter inmaterial y no suponen consumo de recursos naturales, que son limitados. Es cierto que algunas actividades culturales sí que consumen recursos naturales y generan contaminación. Por ejemplo, imprimir un libro conlleva consumir recursos que van desde el papel hasta la energía utilizada por las máquinas de la imprenta; pero este daño ecológico se reduce cuando se reutilizan productos o son reciclados, por ejemplo, el papel. En el caso de los libros digitales o ebooks, el daño ecológico se reduce considerablemente. También es escaso, por ejemplo, el daño a la naturaleza en el caso de un concierto o la representación de una obra de teatro, limitado casi en exclusiva al gasto energético.

- Otro beneficio del consumo de bienes y servicios culturales es el producido para la economía nacional, al menos en el caso de España. En un momento en el que la mayoría de los bienes tangibles provienen de Oriente, las actividades culturales son generalmente patrias o, en su defecto, de países con el mismo lenguaje y entorno cultural (hispanoamérica). En un momento como el actual, en el que el desempleo en España es de un 25,02 % (7) supondría una ayuda al empleo, pudiendo crearse nuevos empleos en el ámbito cultural o produciéndose una migración de unos sectores productivos a otros.

- Por último, si aumenta el consumo cultural, al menos dentro de lo que hemos llamado “alta cultura”, se produce una revalorización del sistema de méritos y capacidad en el mundo laboral. Damos por supuesto que las características del trabajo a desempeñar en la “alta cultura” supone cierta especialidad, además del esfuerzo empleado para adquirir las cualidades necesarias para realizarlo. Todo lo anterior sin tener en cuenta unas cualidades innatas que pueden ser imprescindibles para realizar actividades concretas (pensemos, por ejemplo, en un pintor o un poeta). Naturalmente, este planteamiento supone compartir la consideración de las actividades culturales como actividades superiores que exigen unas características que nos hacen mejorar como personas. El ejemplo que supondría un trabajo bien considerado y remunerado en el ámbito cultural sería ejemplarizante para el resto de la sociedad y, especialmente, para los jóvenes. En términos más generales y relacionado con lo anterior, el “consumo cultural” produciría un progreso cultural y humano. También en este caso partiríamos de la consideración de que el hombre sufre una evolución positiva a lo largo de los siglos ayudada por el desarrollo de varias facetas entre las que sobresaldría la cultura. 

      Como crítica al aumento del “consumo cultural” surgen voces que entienden que algunas actividades están sobrevaloradas, especialmente en lo relacionado con lo que hemos llamado “baja cultura”. Según estas opiniones, algunas profesiones, como los cantantes comerciales, los actores de cine o los presentadores de televisión, tienen un prestigio y reciben una remuneración exagerada y no proporcional al trabajo que desempeñan. En todo caso, esto es válido cuando hablamos de grandes productoras o editoriales, no así de las independientes o pequeñas, menos vinculadas al mundo comercial. 

A modo de conclusión:

     En los tiempos que corren es complicado reclamar un mayor consumo, sea del tipo que sea. Pero no estaría mal reducir el consumo de bienes materiales en pro de un “consumo cultural”. Por ejemplo, podríamos optar por no comprar aquel cachivache que hemos visto en una tienda y que, posiblemente, acabe en un rincón de la casa o en el trastero, cuando no en la basura. En su lugar, ¿por qué no adquirir un buen libro de una pequeña editorial, acudir a un concierto de música indie o comprar un bello cuadro de un pintor desconocido pero no por ello menos valioso? Seguro que la naturaleza, la economía nacional y la sociedad se lo agradecerá. 

1. GARCÍA CANCLINI, Néstor. Los estudios sobre Comunicación y Consumo: el trabajo interdisciplinario en Tiempos Neoconservadores. Revista Académica de la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social. 

2. ENRIQUE ALONSO, Luis. La sociología del consumo y los estilos de vida de Bordieu. Cultura, desigualdad y reflexividad: la sociología de Bourdieu(pág. 164). Los Libros de la Catarata, 2003.

3. VV.AA. Sociopsicología del trabajo (pág. 206). Editorial UOC, 2006. 

4. Todos estos datos pueden corroborarse pinchando aquí.

5. La estadísitica detallada se encuentra aquí.

6. Estos y otros datos sobre la participación del sector cultural en el PIB pueden leerse en este enlace



viernes, 18 de diciembre de 2015

Como promocionar tu libro (II): Generación Kindle

    Si hace un tiempo escribí sobre la existencia de una página web (Leoebook) que permitía la promoción a los escritores de sus ebooks, hoy voy a hacer referencia a otra página que cumple el mismo cometido, aunque su presentación es diferente. Se trata de "Generación Kindle". Como su propio nombre indica, está específicamente dirigida a las obras publicadas a través de la plataforma de Amazon. Tiene una página web que puedes encontrar pinchando aquí



      Sin embargo, es más activa y se actualiza con más frecuencia su grupo en facebook. Es un grupo cerrado al que tienes que solicitar que te unan. El único incoveniente es que hay tantas "entradas" en la página de facebook que se renueva a mucha velocidad, por lo que hay ocasiones en las que a las pocas horas, una entrada queda relegada muy abajo debido a las nuevas incorporaciones; pero también es señal de que goza de buena salud y es muy visitado.


      En ambos casos, hay que agradecer a sus creadores que hayan creado la página y el grupo de facebook. Es una alternativa muy interesante para promocionar tus ebooks que hayan sido publicados en la Tienda Kindle de Amazon.