Publicado originariamente en la Revista Cultural Tántalo nº84 de Primavera-Verano de 2018.
Gabriel Rodríguez Morales.
José
Manuel Serrano Cueto, también conocido como Mané, nació en Cádiz
en 1976. Fue socio de Tántalo allá por sus inicios, participando en
las actividades de la Asociación, contribuyendo a su crecimiento.
Desde los años 90 del pasado siglo XX hasta la actualidad ha llovido
mucho y tanto la Asociación como José Manuel han visto crecer sus
currículos. Nuestro entrevistado ha cultivado la literatura y el
cine (como actor y, sobre todo, como director). Como la lista de sus
obras es muy extensa y sería injusto hacer un resumende éstas,
remitimos a que naveguen por internet para saber más sobre ella.
A
continuación reproducimos el pequeño interrogatorio que
gustosamente ha accedido responder.
-¿Cuándo
y cómo empezaste en el mundo de las artes?
Con
8 años me subí al escenario de mi colegio, “El redondo”, para
participar en la típica obra de pastores con un curso superior al
mío. Solo tenía que decir “cubiletes de sidra de Grazalema” y
debí decirlo con mucha gracia porque recibí una fuerte ovación. Y
me gustó. Ya entonces me gustaba mucho el cine. Recuerdo haber visto
“Cantando bajo la lluvia”, que me marcó, e ir al cole
imaginándome que era Gene Kelly y que me subía a las farolas
mientras cantaba. Ya en el instituto lo primero que hice fue
apuntarme a la asignatura de teatro y al poco entré en el grupo
Esfinge que dirigía Fernando Campillo, profesor de Latín. Con ese
grupo estuve varios años haciendo guiñol. A la vez, y como
igualmente me gustaba mucho leer, comencé a escribir cositas y envié
un relato a un concurso de Algeciras que gané. Es curioso porque
después de esto no me habré presentado a más de dos certámenes.
En 1994 conocí a Antonio Rodríguez Lorca.
-¿Cuáles
son tus recuerdos de los primero años de la Asociación Cultural
Tántalo?
Un
día mi amigo del instituto Diego Vidal, que también estaba en el
grupo Esfinge, me dijo que fuera un fin de semana a conocer a Antonio
Rodríguez Lorca a El Cantábrico. Me comentó que era un poeta que
vivía en La Laguna y que quería hacer un grupo de teatro. Fui a
conocerlo y a partir de entonces todos los fines de semana me
trasladaba de Guillén Moreno, donde yo vivía, a La Laguna para
hacer teatro allí, cuando Esfinge me lo permitía, y oír las cosas
de Lorca, que siempre tenía muchas que contar. Nos leía sus poemas
y nos animaba a escribir. Así nación al-Andalus 94, el grupo de
teatro, y poco después la Asociación Cultural Tántalo, pero
también la revista “Unicornio”, que creamos Diego y yo y con la
que luego me quedé en solitario. Guardo muy buenos recuerdos de
aquellos años con Antonio, muchísimas vivencias.
José Manuel Serrano Cueto con el escritor Antonio Rodríguez Lorca, fundador de la Asociación Cultural Tántalo |
-En
términos
generales y no solamente referidos a Tántalo, ¿crees que en esa
época había más juventud involucrada en el ámbito del teatro, la
literatura, etc. o la situación es similar a la actual?
Sinceramente
creo que la situación es la misma. Lo que sí me sorprende es
comprobar que entonces éramos cuatro chavales los que íbamos a casi
todos los foros culturales. Alcances, FIT, las tertulias de Rafaela,
Foro Libre, por supuesto Tántalo, y hoy veo que en Cádiz surgen los
escritores a patadas. Sin embargo no recuerdo a casi ninguno en
aquellos comienzos; me da la sensación de que o han descubierto su
faceta tarde o en realidad más que la cultura a algunos lo que les
gusta es simplemente el hecho de publicar y figurar. No sé.
-En
el mundo de la literatura, ¿quiénes
han sido tus referentes?
No
sé si llamarlos referentes, pero, por uno u otro motivo, a mí me
han interesado siempre Valle-Inclán, en el teatro, León Felipe, en
la poesía, junto a Omar Khayyam, y en la novela ya es más difícil
elegir porque yo me quedé fascinado con “La colmena”, de Cela,
“El camino”, de Delibes, “La lluvia amarilla”, de Llamazares,
pero también he disfrutado mucho con los clásicos de terror y
aventura, que quizás sí sean los que más me han marcado.
-¿Y
en el cine?
Uff,
exactamente igual. El cine de terror de la Universal es una de mis
épocas favoritas, pero siento devoción el cine Scorsese / De Niro,
aunque no puedo olvidarme de algunos musicales clásicos, de Dino
Risi o del Berlanga primero. Si nos centramos en el cine de terror,
George A. Romero.
-Te
marchaste de Cádiz
para buscar trabajo en Madrid. ¿Cómo fue tu experiencia en la
capital?
Primero
me fui a Málaga, donde estudié Dirección de Escena, y al acabar la
carrera marché inmediatamente a Madrid, sí. Desde pequeño vi
Madrid como un mundo de posibilidades, cosa que es verdad
relativamente. Cuando decimos que en Madrid hay de todo es cierto,
pero también hay que tener dinero y tiempo para disfrutar de ello.
Mi vida dio un giro muy pronto porque enseguida tuve una relación a
la que me entregué y mi responsabilidad me llevó a trabajar en todo
lo que saliera, aunque bien es cierto que pronto comencé a publicar
en revistas profesionales y a cobrar por ello.
-¿De
los proyectos que has realizado, de cuáles te sientes más
orgulloso?
Sin
duda de “Pelucas” por todo lo que conlleva, pero sobre todo
porque sigo encontrándome con pacientes de cáncer a los que les ha
ayudado el corto y a profesionales de la oncología que lo utilizan.
Además creo que mi sensibilidad hacia el tema se refleja en la
pantalla.
-Literaria
o artísticamente hablando, ¿te arrepientes de alguna de tus obras?
O dicho de otro modo, ¿modificarías algo desde el punto de vista
técnico o narrativo?
No
soy de aquellos que dicen que no se arrepienten de nada porque de
todo se aprende. Yo sí me arrepiento de algunas cosas, entre ellas
de todo lo que publiqué cuando era muy joven. Entonces solo tienes
ganas de publicar, te mueve un deseo ególatra de ver tu nombre
impreso, y se publican muchos balbuceos. De aquella época solo me
quedo con un par de poemas, precisamente uno dedicado a Omar Khayyam
que publiqué en uno de los últimos números de “Unicornio”.
Todo lo demás, como decía León Felipe, lo quemaría. En cierta
medida, y si pudiera, haría desaparecer prácticamente todo lo que
publiqué en esa época (hablamos de los 90) e incluso algunos
libros, o al menos fragmentos enormes, posteriores. No modificaría,
aniquilaría.
-En
tu obra Contra
el tiempo
(2012), En el mundo del cine, ¿hay
algún director, actor, etc. que te hubiese gustado conocer
personalmente y entrevistarle para tu película-documental?
Me
hubiera gustado hacer la idea original que incluía a algunos nombres
más, pero por motivos de producción no pudimos hacerlo. De todos
modos a casi todos ellos, me refiero de los que se quedaron fuera, ya
los conocía también.
Contra
el tiempo (2012).
Nominada
en los Premios Goya a la Mejor
película
documental.
|
-En
la película
Pelucas
(2014), que hace poco se convirtió
en comic, tocas el tema del cáncer. ¿Crees que el cáncer sigue
siendo un tema tabú en la sociedad y, aún más, en el mundo del
cine?
Nos
gusta poco hablar de todas aquellas enfermedades
que puedan acarrear la pérdida de una persona, pero la palabra
“cáncer” sigue siendo muy dura a oídas de todos. Cuando te
dicen que tienes “cáncer” solo piensas en la muerte y no en
todas aquellas personas que por fortuna sobreviven gracias a los
avances médicos. Sigue siendo tabú, sí, aunque estemos en esa
franja peligrosa en la que se pasa del tabú a la frivolidad. Porque,
en efecto, y sobre todo con el cáncer de mama, la publicidad tiende
a despojar de importancia lo que sí la tiene. Los mensajes positivos
que se envían constantemente, y del que hasta yo peco un poco en el
corto, consiguen en algunos enfermos una reacción opuesta: la
frustración.
Cartel
de Pelucas
(2014)
|
-Tu
labor se encuentra en la actualidad detrás
de las cámaras, ¿no te pica el gusanillo de volver a participar
como actor en algún proyecto propio o ajeno?
En
realidad nunca he sido actor. Quise serlo desde pequeño, pero en mis
principios en el estudio de la interpretación, porque yo quería
haber estudiado esto, me encontré constantemente con una barrera: mi
voz. Tengo una voz peculiar y en numerosas ocasiones los
profesionales me advertían de que podía tener nódulos en la
garganta, cosa que no tuve nunca; de hecho el último foniatra al que
visité me firmó un papel donde decía que mi voz era así, mía e
intransferible, y que no se debía a ningún pólipo. Aún así,
durante un tiempo tuve ciertos complejos, porque yo me veía capaz de
actuar, pero me coartaba el tema de la voz, y cuando tenía que
haberme presentado a las pruebas de acceso de la Escuela Superior de
Arte Dramático de Málaga, no lo hice. Fui hasta Málaga y no entré
en la prueba. Me acobardé, no por miedo escénico o a hacer el
ridículo, porque nunca tuve problemas para ponerme delante del
público, pero sí por mi voz, porque estaba convencido de que no iba
a llegar a ninguna parte con ella. Entonces solo hice las pruebas de
Dirección, que pasé, y no las de Interpretación. Con el tiempo fui
metiéndome cada vez más en mí mismo, y toda aquella capacidad que
tuve de joven para expresarme como actor, y que incluso era
aplaudida, vaya paradoja, por profesores de Interpretación en la
escuela de Málaga cuando yo intervenía como actor en alguna obra de
algún compañero de Dirección, se fue mermando y temí convertirme
en algo que yo no quería ser para nada: un actor malo. Así que no
he hecho nada de actor salvo apariciones especiales en algunas series
y alguna que otra chorrada, pero no se me puede considerar actor,
precisamente porque valoro mucho el trabajo del actor.
-La
recopilación
de datos que has hecho para tus libros, en especial Cádiz
Oculto,
ha sido objeto de “inspiración”
para otras personas. En la actualidad, muchos piensan que el autor
está desprotegido en la defensa de sus derechos de propiedad
intelectual, especialmente por la difusión a través de internet.
¿Compartes esa opinión o crees que la situación no es tan grave?
La
situación es grave, sin duda alguna, porque en Internet publica todo
aquel que quiere y no hay filtro alguno. Mis textos se han replicado
sin firmas, con firmas de otros, más o menos camuflados, se han
usado de manera poco ética, etc. Y ante esto es muy difícil
batallar, sobre todo cuando se trata de historias como las que yo
recojo en mis libros, que muchas veces son de tradición oral. El
problema no es que se publiquen en redes u otros libros, sino que por
ejemplo se usen mis testimonios para intentar dar veracidad a los
escritos de otros. Yo me trabajo los “Cádiz oculto”. Ni me
invento ni hago copia pega del trabajo de otros cambiando dos comas.
No solo me ha pasado con los “Cádiz oculto”, también con otros
libros y con artículos de revistas.
Portada
de los libros Cádiz oculto
y Cádiz oculto 2.
-La pregunta del millón, ¿puede un escritor o un artista vivir de sus obras?
Muy
pocos. Yo de mi obra no vivo, si te refieres a mis libros y
películas, pero por suerte llevo años viviendo, o más bien
sobreviviendo, de asuntos colaterales, como por ejemplo escribir para
publicidad o revistas. Hubo una época en la que colaboraba todos los
meses con varias revistas nacionales y me daba para vivir. Ahora para
poder soportar mi autónomo tengo que compaginar mis publicaciones en
revistas, cursos, etc.
-Actualmente,
tu cortometraje El
extraño
caso del Dr. Toñito
(2017) se encuentra en plena distribución
por todo el mundo. ¿Cómo está siendo la acogida de esta magnífica
película de puppets
para adultos? ¿Es
cierto que está teniendo mejor acogida fuera de España que en
nuestro suelo patrio?
En realidad ya ha hecho gran parte del recorrido y es curioso que, aunque hay quien lo ha tildado de localista, sí está funcionando mejor fuera que en España. En Argentina y México, por ejemplo, se ha visto ya varias veces.
El
extraño caso del Dr. Toñito
(2017).
|
-¿Cuáles
son tus proyectos para el futuro?
Me
gustaría acabar el documental “Caballas”, que tiene mucha
implicación personal conmigo, y tengo varios proyectos de libros que
debo ir cerrando. En un futuro que espero no muy largo me gustaría
dar el salto al largometraje de ficción.
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