Blog del escritor Gabriel Rodríguez Morales

viernes, 3 de agosto de 2018

Entrevista a José Manuel Serrano Cueto, por Gabriel Rodríguez Morales



Gabriel Rodríguez Morales.

    José Manuel Serrano Cueto, también conocido como Mané, nació en Cádiz en 1976. Fue socio de Tántalo allá por sus inicios, participando en las actividades de la Asociación, contribuyendo a su crecimiento. Desde los años 90 del pasado siglo XX hasta la actualidad ha llovido mucho y tanto la Asociación como José Manuel han visto crecer sus currículos. Nuestro entrevistado ha cultivado la literatura y el cine (como actor y, sobre todo, como director). Como la lista de sus obras es muy extensa y sería injusto hacer un resumende éstas, remitimos a que naveguen por internet para saber más sobre ella.

    A continuación reproducimos el pequeño interrogatorio que gustosamente ha accedido responder.

-¿Cuándo y cómo empezaste en el mundo de las artes?

    Con 8 años me subí al escenario de mi colegio, “El redondo”, para participar en la típica obra de pastores con un curso superior al mío. Solo tenía que decir “cubiletes de sidra de Grazalema” y debí decirlo con mucha gracia porque recibí una fuerte ovación. Y me gustó. Ya entonces me gustaba mucho el cine. Recuerdo haber visto “Cantando bajo la lluvia”, que me marcó, e ir al cole imaginándome que era Gene Kelly y que me subía a las farolas mientras cantaba. Ya en el instituto lo primero que hice fue apuntarme a la asignatura de teatro y al poco entré en el grupo Esfinge que dirigía Fernando Campillo, profesor de Latín. Con ese grupo estuve varios años haciendo guiñol. A la vez, y como igualmente me gustaba mucho leer, comencé a escribir cositas y envié un relato a un concurso de Algeciras que gané. Es curioso porque después de esto no me habré presentado a más de dos certámenes. En 1994 conocí a Antonio Rodríguez Lorca.

-¿Cuáles son tus recuerdos de los primero años de la Asociación Cultural Tántalo?

    Un día mi amigo del instituto Diego Vidal, que también estaba en el grupo Esfinge, me dijo que fuera un fin de semana a conocer a Antonio Rodríguez Lorca a El Cantábrico. Me comentó que era un poeta que vivía en La Laguna y que quería hacer un grupo de teatro. Fui a conocerlo y a partir de entonces todos los fines de semana me trasladaba de Guillén Moreno, donde yo vivía, a La Laguna para hacer teatro allí, cuando Esfinge me lo permitía, y oír las cosas de Lorca, que siempre tenía muchas que contar. Nos leía sus poemas y nos animaba a escribir. Así nación al-Andalus 94, el grupo de teatro, y poco después la Asociación Cultural Tántalo, pero también la revista “Unicornio”, que creamos Diego y yo y con la que luego me quedé en solitario. Guardo muy buenos recuerdos de aquellos años con Antonio, muchísimas vivencias.


José Manuel Serrano Cueto con el escritor Antonio Rodríguez Lorca,
fundador de la Asociación Cultural Tántalo

-En términos generales y no solamente referidos a Tántalo, ¿crees que en esa época había más juventud involucrada en el ámbito del teatro, la literatura, etc. o la situación es similar a la actual?

     Sinceramente creo que la situación es la misma. Lo que sí me sorprende es comprobar que entonces éramos cuatro chavales los que íbamos a casi todos los foros culturales. Alcances, FIT, las tertulias de Rafaela, Foro Libre, por supuesto Tántalo, y hoy veo que en Cádiz surgen los escritores a patadas. Sin embargo no recuerdo a casi ninguno en aquellos comienzos; me da la sensación de que o han descubierto su faceta tarde o en realidad más que la cultura a algunos lo que les gusta es simplemente el hecho de publicar y figurar. No sé.

-En el mundo de la literatura, ¿quiénes han sido tus referentes?

    No sé si llamarlos referentes, pero, por uno u otro motivo, a mí me han interesado siempre Valle-Inclán, en el teatro, León Felipe, en la poesía, junto a Omar Khayyam, y en la novela ya es más difícil elegir porque yo me quedé fascinado con “La colmena”, de Cela, “El camino”, de Delibes, “La lluvia amarilla”, de Llamazares, pero también he disfrutado mucho con los clásicos de terror y aventura, que quizás sí sean los que más me han marcado.

-¿Y en el cine?

    Uff, exactamente igual. El cine de terror de la Universal es una de mis épocas favoritas, pero siento devoción el cine Scorsese / De Niro, aunque no puedo olvidarme de algunos musicales clásicos, de Dino Risi o del Berlanga primero. Si nos centramos en el cine de terror, George A. Romero.

-Te marchaste de Cádiz para buscar trabajo en Madrid. ¿Cómo fue tu experiencia en la capital?

    Primero me fui a Málaga, donde estudié Dirección de Escena, y al acabar la carrera marché inmediatamente a Madrid, sí. Desde pequeño vi Madrid como un mundo de posibilidades, cosa que es verdad relativamente. Cuando decimos que en Madrid hay de todo es cierto, pero también hay que tener dinero y tiempo para disfrutar de ello. Mi vida dio un giro muy pronto porque enseguida tuve una relación a la que me entregué y mi responsabilidad me llevó a trabajar en todo lo que saliera, aunque bien es cierto que pronto comencé a publicar en revistas profesionales y a cobrar por ello.

-¿De los proyectos que has realizado, de cuáles te sientes más orgulloso?

    Sin duda de “Pelucas” por todo lo que conlleva, pero sobre todo porque sigo encontrándome con pacientes de cáncer a los que les ha ayudado el corto y a profesionales de la oncología que lo utilizan. Además creo que mi sensibilidad hacia el tema se refleja en la pantalla.

-Literaria o artísticamente hablando, ¿te arrepientes de alguna de tus obras? O dicho de otro modo, ¿modificarías algo desde el punto de vista técnico o narrativo?

    No soy de aquellos que dicen que no se arrepienten de nada porque de todo se aprende. Yo sí me arrepiento de algunas cosas, entre ellas de todo lo que publiqué cuando era muy joven. Entonces solo tienes ganas de publicar, te mueve un deseo ególatra de ver tu nombre impreso, y se publican muchos balbuceos. De aquella época solo me quedo con un par de poemas, precisamente uno dedicado a Omar Khayyam que publiqué en uno de los últimos números de “Unicornio”. Todo lo demás, como decía León Felipe, lo quemaría. En cierta medida, y si pudiera, haría desaparecer prácticamente todo lo que publiqué en esa época (hablamos de los 90) e incluso algunos libros, o al menos fragmentos enormes, posteriores. No modificaría, aniquilaría.


 
-En tu obra Contra el tiempo (2012), En el mundo del cine, ¿hay algún director, actor, etc. que te hubiese gustado conocer personalmente y entrevistarle para tu película-documental?

    Me hubiera gustado hacer la idea original que incluía a algunos nombres más, pero por motivos de producción no pudimos hacerlo. De todos modos a casi todos ellos, me refiero de los que se quedaron fuera, ya los conocía también.


Contra el tiempo (2012).
Nominada en los Premios Goya a la Mejor película documental.

-En la película Pelucas (2014), que hace poco se convirtió en comic, tocas el tema del cáncer. ¿Crees que el cáncer sigue siendo un tema tabú en la sociedad y, aún más, en el mundo del cine?



    
    Nos gusta poco hablar de todas aquellas enfermedades que puedan acarrear la pérdida de una persona, pero la palabra “cáncer” sigue siendo muy dura a oídas de todos. Cuando te dicen que tienes “cáncer” solo piensas en la muerte y no en todas aquellas personas que por fortuna sobreviven gracias a los avances médicos. Sigue siendo tabú, sí, aunque estemos en esa franja peligrosa en la que se pasa del tabú a la frivolidad. Porque, en efecto, y sobre todo con el cáncer de mama, la publicidad tiende a despojar de importancia lo que sí la tiene. Los mensajes positivos que se envían constantemente, y del que hasta yo peco un poco en el corto, consiguen en algunos enfermos una reacción opuesta: la frustración.

Cartel de Pelucas (2014)


-Tu labor se encuentra en la actualidad detrás de las cámaras, ¿no te pica el gusanillo de volver a participar como actor en algún proyecto propio o ajeno?

    En realidad nunca he sido actor. Quise serlo desde pequeño, pero en mis principios en el estudio de la interpretación, porque yo quería haber estudiado esto, me encontré constantemente con una barrera: mi voz. Tengo una voz peculiar y en numerosas ocasiones los profesionales me advertían de que podía tener nódulos en la garganta, cosa que no tuve nunca; de hecho el último foniatra al que visité me firmó un papel donde decía que mi voz era así, mía e intransferible, y que no se debía a ningún pólipo. Aún así, durante un tiempo tuve ciertos complejos, porque yo me veía capaz de actuar, pero me coartaba el tema de la voz, y cuando tenía que haberme presentado a las pruebas de acceso de la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga, no lo hice. Fui hasta Málaga y no entré en la prueba. Me acobardé, no por miedo escénico o a hacer el ridículo, porque nunca tuve problemas para ponerme delante del público, pero sí por mi voz, porque estaba convencido de que no iba a llegar a ninguna parte con ella. Entonces solo hice las pruebas de Dirección, que pasé, y no las de Interpretación. Con el tiempo fui metiéndome cada vez más en mí mismo, y toda aquella capacidad que tuve de joven para expresarme como actor, y que incluso era aplaudida, vaya paradoja, por profesores de Interpretación en la escuela de Málaga cuando yo intervenía como actor en alguna obra de algún compañero de Dirección, se fue mermando y temí convertirme en algo que yo no quería ser para nada: un actor malo. Así que no he hecho nada de actor salvo apariciones especiales en algunas series y alguna que otra chorrada, pero no se me puede considerar actor, precisamente porque valoro mucho el trabajo del actor.

-La recopilación de datos que has hecho para tus libros, en especial Cádiz Oculto, ha sido objeto de “inspiración” para otras personas. En la actualidad, muchos piensan que el autor está desprotegido en la defensa de sus derechos de propiedad intelectual, especialmente por la difusión a través de internet. ¿Compartes esa opinión o crees que la situación no es tan grave?

    La situación es grave, sin duda alguna, porque en Internet publica todo aquel que quiere y no hay filtro alguno. Mis textos se han replicado sin firmas, con firmas de otros, más o menos camuflados, se han usado de manera poco ética, etc. Y ante esto es muy difícil batallar, sobre todo cuando se trata de historias como las que yo recojo en mis libros, que muchas veces son de tradición oral. El problema no es que se publiquen en redes u otros libros, sino que por ejemplo se usen mis testimonios para intentar dar veracidad a los escritos de otros. Yo me trabajo los “Cádiz oculto”. Ni me invento ni hago copia pega del trabajo de otros cambiando dos comas. No solo me ha pasado con los “Cádiz oculto”, también con otros libros y con artículos de revistas.


Portada de los libros Cádiz oculto y Cádiz oculto 2.



-La pregunta del millón, ¿puede un escritor o un artista vivir de sus obras?


    Muy pocos. Yo de mi obra no vivo, si te refieres a mis libros y películas, pero por suerte llevo años viviendo, o más bien sobreviviendo, de asuntos colaterales, como por ejemplo escribir para publicidad o revistas. Hubo una época en la que colaboraba todos los meses con varias revistas nacionales y me daba para vivir. Ahora para poder soportar mi autónomo tengo que compaginar mis publicaciones en revistas, cursos, etc.

-Actualmente, tu cortometraje El extraño caso del Dr. Toñito (2017) se encuentra en plena distribución por todo el mundo. ¿Cómo está siendo la acogida de esta magnífica película de puppets para adultos? ¿Es cierto que está teniendo mejor acogida fuera de España que en nuestro suelo patrio?



     En realidad ya ha hecho gran parte del recorrido y es curioso que, aunque hay quien lo ha tildado de localista, sí está funcionando mejor fuera que en España. En Argentina y México, por ejemplo, se ha visto ya varias veces.

El extraño caso del Dr. Toñito (2017).


-¿Cuáles son tus proyectos para el futuro?

    Me gustaría acabar el documental “Caballas”, que tiene mucha implicación personal conmigo, y tengo varios proyectos de libros que debo ir cerrando. En un futuro que espero no muy largo me gustaría dar el salto al largometraje de ficción.


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