Blog del escritor Gabriel Rodríguez Morales

viernes, 31 de agosto de 2018

Poesía y literatura deportiva (2): Píndaro, el poeta de los atletas de la Grecia Clásica

    Todos sabemos de la importancia del deporte y, en concreto, de la figura del atleta en la Grecia Clásica. Si acaso, a lo largo del tiempo, la elevación del atleta a figura de mito sólo a sido superada en el siglo XX y XXI. Los escultores representaban los cuerpos de los atletas como los ideales de belleza masculina. Entre las distintas pruebas destacaban las carreras en su distintas distancias, pero también otras disciplinas, como el Πυγμαχία (Pygmachia o "lucha con puños) y precursor del boxeo o el  πανκράτιον (pankrátion o todas las habilidades), que sería una especia de arte marcial donde se mezclaba boxeo y lucha libre.


    Se recopilaban los ganadores de las pruebas atléticas. Se realizaban esculturas en su honor y también poemas épicos. No sólo se realizaban las famosas Olimpiadas, sino también los Juegos Nemeos, los Juegos Píticos y muchas más pruebas atléticas.



    Píndaro es, de entre todos los poetas épicos que ha llegado hasta nuestros días, como uno de los más destacados. Posiblemente hubo más, pero algunos se han perdido en el tiempo debido a hechos catastróficos, como los incendios de la biblioteca de Alejandría. 
Busto de Píndaro. Copia romana del original de mitad del siglo V a.C.


    Píndaro, nació en Cinocéfalos, cerca de Tebas en el 518 a.C. y era miembro de una familia aristócrata. Era un asistente asiduo a las pruebas deportivas de su época. Escribió numerosas odas, muchas de ellas por encargo. Hasta nosotros han llegado varias de ellas y muchas son dedicadas a atletas de su época. Veamos algunas de ellas:



A Hierón, de Siracusa (vencedor en la carrera de carros tirados por caballos)




Supremos son los certámenes olímpicos, por una victoria

en los cuales, hemos de celebrar a Hierón.
Él tiene el cetro en Sicilia; es ornado por las virtudes todas y
cantado por muchos poetas, por él convocados.
Así, he de tomar la lira doria y he de cantar a su caballo Ferenico,
que lo desposó con el poder de la victoria.
Grande es su gloria en la colonia de Pélope, de quien se prendó
Poseidón.
Por cierto muchas fábulas admirables engañan a los hombres,
sobre todo si su narración se decora convenientemente;
pero el tiempo deja al descubierto la verdad.
De los dioses debe hablarse píamente.
Yo diré de ti, hijo de Tántalo, cuando el padre de los dioses
dispuso un banquete.
Fuiste allí raptado por Poseidón y subido por él a la casa de
Zeus, a donde, para éste, vino después Ganimedes.
Y como no aparecieras y fueras inútilmente buscado, se dijo
que los dioses habían cortado tu cuerpo y comido tu carne.
Yo no hablaré así de los dioses.
En verdad, Tántalo gozaba grandemente del honor de los dioses,
pero por su insolencia fue condenado a eterno castigo, porque
entregó a los hombres el alimento de los dioses. Yerra
quien a éstos pretenda engañar.
Los dioses, pues, a Pélope enviaron de nuevo entre los humanos;
él ambicionaba casarse con Hipodamia.
Habiendo solicitado e impetrado el auxilio de Poseidón,
venció a Enomao, ganó a Hipodamia de la cual tuvo seis hijos,
y es venerado aún después de su muerte.
Verdaderamente es máxima la gloria de las Olimpiadas donde
triunfó Pélope, y el vencedor goza para siempre
una vida feliz.
Que se me conceda coronar con canto ecuestre a Hierón,
pues nadie es más digno que él.
El dios te protege, Hierón.
Vencerás en la carrera de carros, y habré de celebrarte con un
canto más dulce todavía.
La cumbre suma es de los reyes. No quieras ver más alto.
Goces siempre tú de esta felicidad, y yo sea, por mi
poesía, insigne entre los griegos.

Auriga griego. Bajorrelieve del siglo VI a.C.



A Hagesídamo, vencedor en el pugilato 


Leedme en voz alta el nombre del vencedor olímpico,
el hijo de Arquéstrato, a ver en qué parte de mi espíritu
está escrito, pues se me había olvidado que le debía
un dulce canto. Musa, tu y la Verdad,
hija de Zeus, con la mano enderezadora,
rechazad la censura embustera
de que he faltado contra el huésped....

así también cuando un hombre, Hagesidamo,
que ha conseguido victorias llega al predio de Hades
sin ser cantado, con vana aspiración ha obtenido para su esfuerzo
placer breve; pero sobre ti la lira de grata voz
y la dulce flauta esparcen su encanto.
Nodriza de tu ancha fama
son las Piérides, hijas de Zeus.
Yo he emprendido esta tarea con afán y me he posado
sobre el glorioso pueblo locro, para verter
miel sobre esta viril ciudad.
Al hijo seductor de Arquéstrato
he elogiado, pues le vi vencer con la fuerza de su puño
junto al altar de Olimpia
en aquella ocasión:
poseía esa mezcla de hermosura externa
y lozanía que antaño a Ganímedes
libro de la muerte, que a nadie respeta
con la ayuda de la Cípride.

Púgil en reposo después del combate.
Escultura de bronce (siglo III a.C.)

A Aristóclides, vencedor en el pancracio 

Si bello de cuerpo y con una conducta que no desdice de su hermosura
el hijo de Aristófanes ha alcanzado la cima de su virilidad,
ya no es fácil seguir surcando el mar inaccesible
más allá de las columnas de Heracles,
héroe dios, dispuso como gloriosos testigos
del límite de la navegación, sometió éste en el mar a descomunales
monstruos de la navegación, sometió éste en el mar a descomunales
monstruos y por propio impulsa exploró de las marismas
las corrientes, por donde llegó hasta el punto final que le condujo de regreso
y descubrió aquella tierra. Corazón mío, ¿hacia que ajeno
promontorio desvías mi navegación ? Te pido que lleves la Musa a Eaco y su raza.
Con mis palabras se compadece lo mas sublime de la justicia elogiar al valeroso....

Del rubio Aquiles, ya de niño, cuando en casa de Fílira
vivía, grandes hazañas eran los juegos: muchas veces
con sus manos lanzaba, veloz como el viento, la jabalina de breve hierro,
en su lucha a leones salvajes la muerte causaba
y a los jabalís aniquilaba;
hasta los pies del Crónida Centauro
llevaba los cuerpos agonizantes,
a los seis años por vez primera y en todo el tiempo postrero...

Combate de Pancracio. El árbitro tenía un látigo
con el que advertía y sancionaba las infracciones.

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